martes, 19 de noviembre de 2013

Esta pequeña luz

 
(John MacArthur)
 Así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras, y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos
Mateo 5: 16
Jesús dijo que nosotros (sus discípulos) somos la luz del mundo. No debemos esconder esa luz. Debemos dejarla brillar. ¿Cómo verán las personas esa luz? A través de nuestras buenas obras.
El filósofo ateo alemán Nietzsche dijo una vez que si viera más personas redimidas pudiera sentirse más inclinado a creer en su redentor. Los cristianos que no llevan vidas transformadas tienen una brecha de credibilidad. Si trato de decirle cuan bueno es mi médico pero estoy muriéndome con su tratamiento, usted pudiera poner en duda su pericia. Si trato de decirle cuan bueno es el mecánico de mi auto pero mi auto está echando humo negro por el escape, es probable que usted esté poco dispuesto a confiarle su auto. ¿De que aprovecha que les digamos a las personas cuán grande es nuestro Salvador si no pueden ver que nosotros mismos hemos sido salvos por él? Deje brillar su luz.
¿Qué quiere decir Jesús con la luz? Jesús también se llama a si mismo: “la luz del mundo”. Juan lo llama: “La vida era la luz de los hombres”, “la luz en las tinieblas resplandece” (Juan 1:4-5) La luz en nosotros es su Luz, la presencia interior de Cristo, el Espíritu Santo en nosotros.
Tenemos esa luz que brilla a través de nuestra vida si nuestra conducta refleja el carácter de Cristo; su amor, su compasión y su perdón. Su luz brilla a través de nuestras actitudes, nuestras palabras y nuestros hechos. Cuando las personas ven que nuestra vida ha sido transformada de modo que tenemos los valores de Jesús y ven el poder de Dios obrando en nosotros, estarán de acuerdo en que tenemos un gran Salvador. Cuando ven personas redimidas, se sienten más inclinadas a creer que tenemos un Redentor. La vida cristiana es la plataforma sobre la cual el testimonio individual llega a ser convincente.
La alternativa es que el cristiano viva en las tinieblas. La biblia enseña que Dios es Luz, y no hay ningunas tinieblas en él. Si decimos que tenemos comunión con él, y andamos en tinieblas, mentimos, y no practicamos la verdad. Si no brilla ninguna luz en su vida, usted no tiene  relación con Cristo o no está honrando su nombre. Es triste que alguien proclame a Jesús como su Salvador y siga viviendo en el pecado. Eso desacredita a Cristo y al evangelio. Es una piedra de tropiezo para los incrédulos. Carece de eficacia para convencer a alguien de que Cristo tiene el poder de transformar vidas. Nuestra responsabilidad es presentar vidas transformadas por la palabra y la presencia interior de Cristo para que todos puedan ver su luz reflejada en nuestros actos de bondad.

martes, 12 de noviembre de 2013

Salmo 40



Pacientemente esperé a Jehová,
Y se inclinó a mí, y oyó mi clamor.
Y me hizo sacar del pozo de la desesperación, del lodo cenagoso;
Puso mis pies sobre peña, y enderezó mis pasos.
Puso luego en mi boca cántico nuevo, alabanza a nuestro Dios.
Verán esto muchos, y temerán,
Y confiarán en Jehová.
Bienaventurado el hombre que puso en Jehová su confianza,
Y no mira a los soberbios, ni a los que se desvían tras la mentira.
Has aumentado, oh Jehová Dios mío, tus maravillas;
Y tus pensamientos para con nosotros,
No es posible contarlos ante ti.
Si yo anunciare y hablare de ellos,
No pueden ser enumerados.
Sacrificio y ofrenda no te agrada;
Has abierto mis oídos;
Holocausto y expiación no has demandado.
Entonces dije: He aquí, vengo;
En el rollo del libro está escrito de mí;
El hacer tu voluntad, Dios mío, me ha agradado,
Y tu ley está en medio de mi corazón.
He anunciado justicia en grande congregación;
He aquí, no refrené mis labios,
Jehová, tú lo sabes.
10 No encubrí tu justicia dentro de mi corazón;
He publicado tu fidelidad y tu salvación;
No oculté tu misericordia y tu verdad en grande asamblea.
11 Jehová, no retengas de mí tus misericordias;
Tu misericordia y tu verdad me guarden siempre.
12 Porque me han rodeado males sin número;
Me han alcanzado mis maldades, y no puedo levantar la vista.
Se han aumentado más que los cabellos de mi cabeza, y mi corazón me falla.
13 Quieras, oh Jehová, librarme;
Jehová, apresúrate a socorrerme.
14 Sean avergonzados y confundidos a una
Los que buscan mi vida para destruirla.
Vuelvan atrás y averg:uéncense
Los que mi mal desean;
15 Sean asolados en pago de su afrenta
Los que me dicen: !!Ea, ea!
16 Gócense y alégrense en ti todos los que te buscan,
Y digan siempre los que aman tu salvación:
Jehová sea enaltecido.
17 Aunque afligido yo y necesitado,
Jehová pensará en mí.
Mi ayuda y mi libertador eres tú;
Dios mío, no te tardes.

Salmo 40 (RVR1960)
Salmo 40 (NVI)