(John MacArthur)
Mateo 5: 16
Jesús dijo que nosotros (sus
discípulos) somos la luz del mundo. No debemos esconder esa luz. Debemos
dejarla brillar. ¿Cómo verán las personas esa luz? A través de nuestras buenas
obras.
El filósofo ateo alemán Nietzsche dijo
una vez que si viera más personas redimidas pudiera sentirse más inclinado a
creer en su redentor. Los cristianos que no llevan vidas transformadas tienen
una brecha de credibilidad. Si trato de decirle cuan bueno es mi médico pero
estoy muriéndome con su tratamiento, usted pudiera poner en duda su pericia. Si
trato de decirle cuan bueno es el mecánico de mi auto pero mi auto está echando
humo negro por el escape, es probable que usted esté poco dispuesto a confiarle
su auto. ¿De que aprovecha que les digamos a las personas cuán grande es
nuestro Salvador si no pueden ver que nosotros mismos hemos sido salvos por él?
Deje brillar su luz.
¿Qué quiere decir Jesús con la luz?
Jesús también se llama a si mismo: “la luz del mundo”. Juan lo llama: “La vida
era la luz de los hombres”, “la luz en las tinieblas resplandece” (Juan 1:4-5)
La luz en nosotros es su Luz, la presencia interior de Cristo, el Espíritu
Santo en nosotros.
Tenemos esa luz que brilla a través de
nuestra vida si nuestra conducta refleja el carácter de Cristo; su amor, su
compasión y su perdón. Su luz brilla a través de nuestras actitudes, nuestras
palabras y nuestros hechos. Cuando las personas ven que nuestra vida ha sido
transformada de modo que tenemos los valores de Jesús y ven el poder de Dios
obrando en nosotros, estarán de acuerdo en que tenemos un gran Salvador. Cuando
ven personas redimidas, se sienten más inclinadas a creer que tenemos un
Redentor. La vida cristiana es la plataforma sobre la cual el testimonio
individual llega a ser convincente.
La alternativa es que el cristiano
viva en las tinieblas. La biblia enseña que Dios es Luz, y no hay ningunas
tinieblas en él. Si decimos que tenemos comunión con él, y andamos en
tinieblas, mentimos, y no practicamos la verdad. Si no brilla ninguna luz en su
vida, usted no tiene relación con Cristo
o no está honrando su nombre. Es triste que alguien proclame a Jesús como su
Salvador y siga viviendo en el pecado. Eso desacredita a Cristo y al evangelio.
Es una piedra de tropiezo para los incrédulos. Carece de eficacia para
convencer a alguien de que Cristo tiene el poder de transformar vidas. Nuestra
responsabilidad es presentar vidas transformadas por la palabra y la presencia
interior de Cristo para que todos puedan ver su luz reflejada en nuestros actos
de bondad.